EL MISTERIO DE LOS CINCO CEMENTERIOS DE SESEÑA
Hablamos de cinco cementerios que se sitúan en una línea
recta que procediendo del oeste, en el término de Borox, se enfila hacia el
este. El cementerio número uno, el que se sitúa en el extremo éste, llamado:
VALDELAHUESA; el siguiente, hacia el oeste correlativamente o numero dos, el de
EL PRADO; el del EL CALVARIO, el
CEMENTERIO ACTUAL y el de EL CERRO DE
LOS SANTOS que hacen los números tres y cuatro y cinco respetivamente.
Valdelahuesa: quiere decir “valle de las fosas”. Fosa
de enterramiento, vienen del latín
“fossum o fossa” que evoluciona lingüísticamente a “fuesa”, “huesa”. Aquí, en un
rellano al pie del arroyuelo Valdelahuesa contaban algunos campesinos de Borox,
que las mulas se comportaban extrañamente y se negaban a pasar, se paraban
antes de llegar al cementerio. Es más, se hizo un nuevo camino que lo sorteaba,
evitaba.
Los restos arqueológicos que aparecen se fechan en el siglo
XII y XIII y coincide con el tipo de algunas tumbas que los mismos vecinos de Borox
describen: hechas con cajas de caliza de los cerros de Esquivias.
El cementerio de El Prado, enfrente del Castillo de Puñoenrostro,
se sacaron muchos restos humanos al acondicionarse el lugar para instalar un
kiosco. Quienes trabajaron aquí, cuentan que en el sector donde se encuentra el
parque lúdico infantil aparecía muchos restos
exclusivamente de niños (una coincidencia, la coexistencia en la misma parcela
de un sector “dedicado” a los niños).
Una reseña de este cementaerio se remonta al 1856 en la que según
una ordenanza parroquial-concejil, los vecinos debían pagar una contribución
supletoria para arreglar unas paredes que se caían, pagaron más las familias pudientes cuyas tumbas
siempre se sitúan en primera fila a la entrada.
Este cementerio tiene de extraño separar a los niños de los
mayores como si se pretendiera crear un “limbo” o lugar inocente, neutro, sin
derecho de gozar del cielo pero tampoco de hundirlos infernalmente en el
averno, infierno. Si n embargo, el hecho no es tan extraño. Hubo muchas prácticas
variadas discriminatorias: a las prostitutas y a los no fieles cristianos, se
les enterraba fuera, marginalmente. No tenían derecho a pudrirse en el
cristiano camposanto. Con el tiempo, la iglesia incluyo a todos en el recinto
sacro: suicidas, prostitutas, niños no bautizados o que no habían alcanzado el
uso de razón.
El siguiente cementerio, en El Calvario, se
situaba al pie de la ermita supuestamente bajo la advocación de Cristo,
cuestión que no comparto pues dicha ermita fue erigida en voto a San Sebastián
cuando se trataba de librar a la población de Seseña de una terrible peste que
la redujo casi a un 60% según las estadística de los registros parroquiales de
la Sagra.
Otro cementerio hacia el Este, el cuarto, es el cementerio
actual. Se fundó antes del 1869 a deducir por una tumba en la que está
escrita esta fecha, una tumba excelente de la que omito el nombre del inhumado.
En el sector a la izquierda-fondo de la entrada actual, se registran las tumbas
con fechas más antiguas. En esta parte, en el lado opuesto a la entrada actual,
debió estar la misma, puesto que por debajo, hacia el Arroyo Fuente Seseña,
queda la traza de un antiquísimo camino. ¡Camino por el que no querían pasar
algunas mulas según me contaban hace pocos años!
Dentro del cementerio hay un pozo tapado. Debe de tener una
gran profundidad, pues si se tira una piedra, es increíble el tiempo que se
tarda en oír el impacto con el fondo. Dicho fondo, las paredes arruinadas que
bordean el camino antiguo, nos llevan a identificar el espacio con un gran
corral de ganado anterior al cementerio, llamado “los Canceles”, canceles viene
de cancelar, “corral cercado”.
Es interesante tomar nota sobre la gran cantidad de
cementerios sacados fuera del espacio de las iglesias a partir de la primera Republica
laica, que se instalaron precisamente sobre corrales cercados. Entre el 1856 y
el 1864 se debió de producir el traslado del cementerio de El Pardo al
cementerio actual.
Por último, quinto cementerio, el de El Cerro de los
Santos, se encuentra a continuación, en lo alto de un cerro. Aquí hay un
poblado del siglo XIII donde se localizan muchos restos de cerámicas y
arranques de muros de viviendas. En este cerro han aparecido tumbas medievales
y otras cosas un tanto extrañas. Por ejemplo: ¿Por qué los que buscan con el
detector de metales monedas, objetos históricos de metal, encuentran muchas
tijeras de corta en el Cerro de los Santos? A raíz de las comunicaciones al
respecto peinamos el poblado y, efectivamente, sacamos casquillos de balas de
la Guerra Civil española, peines de balas, balines, ¡y cinco tijeras! La tipología,
forma de las tijeras no se corresponde exactamente con las del primer tercio
del siglo XX. Pero hay otro dato más que no sabemos a qué autor imputárselo:
los “botones” de concha anacarada ¡con un solo agujero!
En las trincheras de la Guerra Civil del 36 aparecen botones
de concha de molusco marinos con los dos agujerillos correspondientes; en e Cerro
de los Santos, ¡solo con una perforación! Según los coleccionistas de objetos
de la Guerra Civil del 36, que buscan cosas en las áreas posicionadas
(trincheras, comedores, puestos de mando, refugios, dormitorios, almacenes, etc.)
no encuentran tijeras.
Hace unos 25-20 años, algunas mujeres de la Boleta (barrio
de Seseña) nos contaban, que en el Cerro de los Santos se reunía las aojadoras,
es decir, las que curan del mal de ojo. He oído en muchos pueblos la tradición
oral sobre la existencia de un lugar concreto donde se “juntaban” las mujeres
viejas y jóvenes nocturnamente.
También aquí, ente el cementerio actual y el Cerro de los
Santos, las mulas también se sentían sumamente nerviosas, se resistían a
proseguir o a desviarse, ¡se atascaban!
De hecho, se desviaron caminos con la Concentración agraria para eludir los
antiguos caminos divagantes o “sospechosos”.
También destacar en este Cerro de los Santos el hecho de que
se produzcan violentas ventoleras huracanadas sin una explicación científica
que sepamos. Este cerro es famoso, precisamente, por este no corriente
fenómeno. Expongo el siguiente caso: de Madrid se trajo un nuevo Cristo para la iglesia de Seseña a
lomos de una mula. Se desvió por el camino de Ciempozuelos para conectar con
Seseña. Al llegar a la altura del Cerro de los Santos, se levanto una ventolera
repentina traumática que fue salvada con el apoyo de los que estaban faenando
en las proximidades. También, cuando se instalo la antena de Raido de Seseña en
dicho Cerro con el objeto de ampliar su alcance, una ventolera inaudita la
arranco de cuajo a pesar de los tiros que la sujetaban.
Sintetizando: creo que no hay magias pero si recuerdos de
las magias. Fue norma histórica transportar los ataúdes a lomos de las mulas
por aquella creencia de que las mulas son seres híbridos, que nos e reproducen
pos sí mimo, por la creencia de la neutralidad sexual, inaplicable al destino
tras la muerte. Lo curioso está en que son las mulas las que más olfato
desarrolla en cuestiones fuera de lo corriente, ¿¿??.
Amigos de la Historia de Seseña
Domingo Izquierdo.