Con este título comenzamos un cuaderno más
de historia, sirviendo de apoyo y refuerzo a las
explicaciones que
durante los “Paseos por el Seseña histórico” se
proporcionan.
Muy pocos conocen que desde el Castillo de Puñoenrostro,
remontando el arroyo “Fuente de Seseña”, se encuentran numerosos restos
prehistóricos, entre ellos muchas piedras moldeadas por el hombre con el
objetivo de cortar la carne de los animales que cazaban, raspar las grasas y
fibras de las pieles para fabricarse la ropa con la que abrigarse, calzados,
bolsas para almacenar y transportar víveres u otros objetos, etc. algunos de
esto instrumentos de piedra cortan mejor que nuestras actuales navajas o
cuchillos. De hecho los indígenas australianos emplean todavía hoy trozos de
pedernal para afeitarse con motivo de ciertas ceremonias y rituales mágicos.
Otros
pueblos utilizaron piedras de obsidiana para cortar. La obsidiana es una roca
que sale de los volcanes y corta como el cristal.
Antes de que se inventara el metal, y se pudieran fabricar
herramientas con este material, los hombres se vieron obligados a utilizar
otros materiales más rudimentarios. Entre otros se usaron
huesos para fabricar punzones y agujas para coser pieles; la madera para hacer
recipientes y mangos las piedras para cortar, machacar huesos, partir cáscaras
de frutos secos, etc. se han encontrado numerosas semillas de piñones y
almendras en cuevas donde habitaron estos hombres prehistórICOS
Los hombres que vivían en el Caño lo hacían en cabañas, no
en cuevas. Los instrumentos de hueso y madera que fabricaban se destruyeron por
quedar a la intemperie. En casos excepcionales se han conservado punzones
fabricados con huesos de ciervo y oveja. Estos punzones se han descubiertos en
las excavaciones más recientes realizadas en los Pontones
Desde hace unos
150.000 años, grupos de personas pasaron, acamparon
provisionalmente o residieron en la zona del caño y cerca de los cerros de Valdemoro. Así lo
demuestran los centenares de útiles de piedra
que
emplearon que se han encontrado.
El hombre prehistórico era habitualmente nómada ya que
debían buscar alimentos, el cual era más abundante en unos sitios u otros
dependiendo de la época del año. Mientras los hombres cazaban, las mujeres y
niños/as recogían bellotas, setas, zarzamoras, tallos de cardos, semillas,
piñones, etc. pero además era imprescindible que cerca de estas zonas hubiera
agua.
A lo largo de todo el arroyo Fuente de Seseña podemos
encontrar los objetos de pedernal o sílex que usaron. Esta abundancia de
objetos indica que fue una zona muy frecuentada por la presencia humana.
Además el caño es abundante en agua. Esta agua atraía a los
animales, y por lo tanto era un buen lugar para la caza. Estos animales se
cazaban mediante trampas, atrapándolos en los barrizales de las charcas, o bien
atacándolos directamente. Esta zona debió ser frecuentada por numerosas
especies de animales, entre otros elefantes, rinocerontes, ciervos, jabalines,
diversas especies de aves, etc.
Esto indica que una vez desollado y
despedazado el animal, se comía en el mismo lugar dejando lo útiles de piedra
utilizados.
Existen determinados lugares donde aparecen centenares de huesos, hachas
de piedra y cuchillos de pedernal. Estos sitios se corresponden con las orillas
de charcas cenagosas donde es fácil cazar a los animales sedientos.
Al verificarse, mediante métodos científicos que muchos de
los huesos encontrados pertenecen a animales muy viejos, cabe la sospecha que
en muchas ocasiones no los cazaban sino que simplemente se limitaban a comerse
los animales ya muertos por vejez o por las sequias. Así se ha comprobado en
las antiguas charcas de Parla y Pinto. Los animales débiles no se retiraban de las
charcas, ya que no tenían fuerzas para aproximarse a los ríos cercanos. En
verano estas charcas se secaban y esto animales morían siendo comidos después
por el hombre y otros depredadores: tigres, buitres, perros, cuervos. Han
aparecido huesos de estos animales carnívoros junto a los herbívoros.
Esta situación la podemos observar todavía hoy en el “África
seca”. Miles de animales se concentran en las pequeñas charcas; los carnívoros
se sitúan en los alrededores para cazarlos o comer las sobras que dejan los
grandes depredadores. El hombre en estas zonas sacudidas por la hambruna
también esperan a que diferentes depredadores maten a sus víctimas y después
aprovecharse de estas espantando a sus
captores.
Situaciones semejantes tuvieron que suceder en el Caño hace
unos 30.000-50.000 años.
Alguien puede opinar que teniendo los animales cerca el rio Jarama no tendrían que verse obligados
a visitar “El Caño” quedándose irremediablemente en él. Pero tenemos que decir
que los herbívoros no siempre encuentran más alimentos en las vegas de los
ríos, ya que los enormes bosques que en ellas se desarrollan impiden que salgan
hierbas y pastos que deben buscarlos en los alrededores alejados de las vegas.
Las rutas para pasar de las vegas a las mesetas altas siguen
el curso de los arroyos que vierten a los grandes ríos. Es interesante destacar
y citar que donde comienza el arroyo Vallegrande, el de Don Gabriel, arroyo
Seseña, se han encontrado numerosas hachas prehistóricas de piedra y grandes
guijarros moldeados terminados en pico. Estos “picos” de unos 20 cm. de largo
debieron servir para romper grandes huesos y cráneos de elefante y otros
animales para extraer los sesos y el tuétano. Al encontrarse, estos restos,
donde nacen estos valles, dan a entender que eran lugares de caza o emboscadas.
Los útiles encontrados en los comienzos de los valles,
demuestran que los animales subían y bajaban a la vega siguiendo los cursos de
los arroyuelos que desembocan en el Tajo y el Jarama.
Existen un lugar concreto, cerca del Cerro de los Santos
(donde se encuentran el antiguo depósito de agua de Seseña) donde han aparecido
centenares de herramientas de pedernal. Estas se encuentran mezcladas con
tierras que proceden de los sedimentos de las charcas. Todo ello da a entender
que antiguamente existió una lagunilla donde animales y persona confluían y
donde s desarrollaron escenas vitales, subsistenciales. Este lugar supone un caso interesante de estudio de la Edad del
Paleolítico.
El lugar ha quedado registrado en la Carta Arqueológica de
Seseña con el objeto de que sea tenido en consideración y respetado por su
interés cultural a nivel regional y peninsular.
Este lugar del “Caño” de Seseña es conocido en España, desde
hace unos 20 años, como lugar excepcional arqueológico. Supone una reliquia
cultural histórica que se suma al Quinto en peligro inminente de ser borrado
irremediablemente del mapa por los siglos
de los siglos, ¡Amén!
Comentarios e
ilustraciones DOMINGO IZQUIERDO
ARTICULO
DONADO POR EL ORGANIZADOR DE LA EXCURSION
“Alternativa
Senior” 2006